07 julio 2007

A Margarita Debayle

Margarita está linda la mar, y el viento,
lleva esencia sutil de azahar; yo siento
en el alma una alondra cantar; tu acento:
Margarita, te voy a contar un cuento:
Esto era un rey que tenía un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú,
y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla decorar un prendedor,
con un verso y una perla y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba, por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho que encendido se te ve?».


La princesa no mentía. Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!... El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento; yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado: «Un castigo has de tener: vuelve al cielo
y lo robado vas ahora a devolver».

La princesa se entristece por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes, y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar.

La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen,
con la estrella, verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar, y el viento

lleva esencia sutil de azahar: tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar, guarda, niña,
un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento

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