En esta semana hubo una noticia que afirmaba que según un estudio, ser sacerdote es el trabajo que reporta mayor felicidad. A propósito de eso, transcribo una poesía escrita por un sacerdote chileno que también es poeta: Ignacio Valente, alias de su verdadero nombre, José Miguel Ibáñez Langlois y que explica en estrofas acerca de su "oficio":
Soy cura
y qué
yo soy la mano de Dios que borra los pecados más increíbles
yo soy el espejo de Dios que camina por la historia sagrada
otros tocan la flauta a las serpientes artificiales
yo resucito muertos
soy cura
y qué.
otros buscan perlas en el fondo del mar
o instalan ojos y oídos humanos en la estratosfera
yo trabajo en éste y en el otro mundo
yo tengo el poder de expulsar demonios de las computadoras
yo transformo leprosos en arcángeles
y mujeres de Lot en estatuas de sal
yo me visto como ni los mismos reyes para celebrar la Misa
yo hablo todas las lenguas de Pentecostés y algunas otras nuevas
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